Alejandro Arrieta
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3 poemas personales 3
Quién...
Quién tuviera la posesión De tus misterios. La llave para abrir El cofre donde guardas tus sueños.
Quién tuviera las mañanas Y las acuarelas de tu aurora. Para regocijarse un poco.
Quién tuviera la palabra poesía Adherida a la boca. Quién pudiera entregártela. Ofrecerte las palabras más simples y bellas. Quién pudiera...
Darte el alma liquida.
Los ojos como esmeraldas.
Quién pudiera hacerte reír.
Quién tuviera la niña de tu felicidad Y abrazarla Y bendecirla. Quién pudiera colmarla de caramelos Y de lunas. De juegos y de sueños.
Quién tuviera la suerte De tenerte cerca Y arroparte en el invierno.
Quién pudiera sentir la inquietud De tu respiración. Quién pudiera vacilar Con el timbre de tu voz.
Quién tuviera una noche Y en ella tu cuerpo.
Quién pudiera...
Jano. 04/11/04
Tal vez
Tal vez aun no te haya dicho Lo mucho que me gustan tus muslos, Limeña. Tus caderas y tus ojos tristes. Tu mediana estatura Y tu acento cantando.
Tal vez aun no te haya dicho Que de tu boca deseo un beso Urgente. De tus brazos la compasión Y de tus hombros el descanso.
Tal vez aun no te haya contado De mi desesperación por verte, Limeña. De mi desesperanza De mi poco equilibrio mental. De mis insomnios.
Tal vez aun no sepas Que siento que muero Y no pasa nada Y me siento un estúpido Porque sigo aquí.
Tal vez aun no te haya contado De mis sueños bordados En las siestas vespertinas. Cuando toda la gente parte A los
cafés, a los bares, a los cines, en fin, cuando pretende desprenderse de la soledad.
Tal vez aun no te haya dicho Que en esos sueños Mi imaginación te incluye. Ha fabricado un holograma de ti.
Tal vez aun no te haya contado Limeña, De lo que sin querer provocas.
Jano. 05/11/04
Cosas
Todo mi marxismo pierde el equilibrio Cuando pienso en ti. El humo azul de mi tabaco Se hace lento Y difícilmente se dispersa. La noche llega y no tengo sueño La señal del televisor brinca de un canal a otro. Los noticiarios concluyen. Afuera, los autos Arrastran su cansancio entre los humos negros. La ciudad se vuelve un monstruo silencioso. Cinco
diarios con sus hojas arrugadas, aguardan sobre una mesita de cristales mal cortados. Miro el reloj; la medianoche se Ha sobre pasado Por tres minutos. Mi coherencia se pervierte.
Me quito los anteojos Me aflojo los botones de la camisa Suelto las agujetas de mis zapatos. Miro el calendario Cuento cada uno de los tristes Días de diciembre.
El librero está repleto de cientos, De miles de cuartillas, de tratados políticos y económicos. De enciclopedias, en fin, de libros viejos e inútiles.
Todo mi marxismo pierde el equilibrio Cuando pienso en ti. Cuando las horas pasan y la soledad se vuelve más y más espesa. Cuando estás lejana Y cada parte de esa distancia Me brinda estocadas de desesperación.
La noche es fría y difícil Todo lo que queda cercano a mi vista se convierte en una espiral gris.
Viajo a contracorriente del transito de la nocturnidad.
Todo mi marxismo pierde el equilibrio Cuando pienso en ti.
Jano. 22/11/04
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